Tuesday, May 29, 2012

R

La región tan salvaje en donde se encontró de pronto perdido era nada más y nada menos que la selva de su sueño anterior. Ahí estaba él, rodeado de animales surreales que saltaban entre el borde de lo real y lo imaginario. Saltaban como niños saltan una cuerda. Un rinoceronte. Entonces sus recuerdos se entrecruzaron y por un instante recordó la cara de su esposa, el rubor, la riqueza de su persona que alguna vez le perteneció.

-Taller literario en la Feria Universitaria del Libro UANLeer 2012 con Felipe Montes-

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